Ilustración japonesa y erotismo

Que lo sexual no ha sido nunca extraño a la animación japonesa es algo que, en mayor o menor grado, está presente en la mente de muchos de nosotros. Ya hablamos en este blog dedicado al erotismo del hentai y de alguna de sus subcategorías más famosas. En aquella ocasión hacíamos referencia a cómo en una misma viñeta de cualquier álbum de este afamado género de ilustración japonés podían confluir elementos gráficos de un desenfrenado erotismo y elementos pixelados por la censura más pacata. En esta ocasión vamos a regresar el siempre excitante mundo de la anime japonés y vamos a hacerlo de la mano de la estudiosa italiana Valeria Arnaldi.

Valeria Arnaldi ha editado Corpi e Anime. Nudo ed erotismo nell’animazione giapponese (Cuerpo y alma: desnudo y erotismo en la animación japonesa), una obra en la que pretende plasmar los resultados de su estudio de los diversos géneros de la ilustración japonesa (también de aquéllos que están especialmente destinados al público adolescente) y de la manera en que se plasman en los mismos tanto el desnudo como el erotismo. Arnaldi ha fijado su vista en el universo del cómic, pero también en el de los videojuegos, para, a partir de esa mirada, realizar un análisis tan exhaustivo como original.

El hecho de que el sexo o el erotismo haya estado tan presente en el anime japonés ha hecho, según Valeria Arnaldi, que varias generaciones de japoneses hayan visto su imaginario sexual se construía a partir de la aportación de materiales procedentes del universo anime.

Las tesis de Valeria Arnaldi

Valeria Arnaldi, al analizar cómo el erotismo se plasma en la animación japonesa, tiene siempre presente las principales características de la cultura japonesa y su concepción del deseo. Si en la tradición judeo-cristiana el deseo siempre aparece ligado al pecado, en la tradición japonesa el deseo sólo es una expresión más de la naturaleza. El deseo, pues, no es pecaminoso, sino algo natural. Después de todo, y según una antiquísima tradición nipona, el propio País del Sol Naciente no sería otra cosa que el fruto de la unión sexual de dos divinidades. Concebido así el deseo, hombres y mujeres explorando y disfrutando de sus cuerpos no harían sino emular a los dioses.

Los autores de animación japonesa no dudan a la hora de introducir mensajes sexuales en sus creaciones desde que el mangaka (así llaman los japoneses a los historietistas) G? Nagai lo hiciera en 1968 en su Harenchi Gakuen (Escuela Indecente). Esta creación, que supuso un gran escándalo en su momento, recogía un sinfín de situaciones sensuales en un centro escolar. No se plasmaba nada explícitamente sexual: sólo se plasmaba erotismo infantil. Los jóvenes encontraron en Harenchi Gakuen una serie de escenas cargadas de sensualidad que no eran otra cosa que la representación de los deseos que acostumbran a acuciar a la gente de su edad. El editor de Harenchi Gakuen decidió suspender la publicación, pero G? Nagai ya había marcado el camino que muchos dibujantes seguirían tras él. Esos dibujantes, con sus creaciones, conseguirían dos cosas: alimentar las fantasías de los adultos e iniciar sexualmente a los más jóvenes.

La opción escogida por el anime japonés a la hora de mostrar los romances y las relaciones de pareja difiere radicalmente de la escogida por el universo Disney. Si en el anime japonés prima lo carnal, en las creaciones Disney se potencia la vertiente romántica.

En el anime japonés impera, según Valeria Arnaldi, la ley de lo subliminal. Para Arnaldi, el consumidor medio de productos anime no lo hace guiado por motivaciones sexuales. Desnudez y erotismo son, en palabras de Valeria Arnaldi, “elementos que ayudan a la narración”. La construcción del imaginario colectivo y, por tanto, de la manera de experimentar el deseo sería, así, una tarea que se desarrollaría en los niveles más profundos del inconsciente.

Valeria Arnaldi ha destacado cómo el mundo occidental en general, e Italia en particular, ha despreciado los contenidos propios de la animación japonesa. Se les ha tachado de violentos y se ha dicho que tienen una carga excesiva de sexo, muerte, deseo y ambigüedad. Para Valeria Arnaldi, el manga y otras formas del anime japonés pueden contribuir de manera muy positiva a la asunción por parte de los jóvenes consumidores de este tipo de productos culturales de la naturaleza intrínseca de sus propios deseos y a la generalización de una forma más natural de contemplar lo erótico. Quizá gracias al manga, y ésa es la apuesta principal de Arnaldi, las generaciones futuras puedan asumir con mayor tranquilidad que lo han hecho las nuestras las relaciones con el otro sexo.