Del Kama Sutra al bloqueo

Los siglos no corren en balde. Y a veces lo hacen para mal. El país que en un tiempo fue precursor de la enseñanza de la sexualidad y de los más diversos trucos y técnicas para conseguir un mayor placer durante la práctica sexual se ha convertido en adalid de la censura erótica. La India, país que alumbró una obra fundacional e imperecedera como el Kama Sutra, decidió el pasado 31 de julio bloquear 857 webs pornográficas. Que la presión social haya hecho reconsiderar su posición al gobierno de Narendra Modi hasta el punto de levantar el bloqueo impuesto sobre dichas webs no impide que se deba destacar el caso indio como un caso prototípico de una corriente conservadora que, marcándose como objetivo la prohibición de contenidos pornográficos en internet, poco a poco va cuajando internacionalmente. Durante apenas unos días, si un indio quiso abrir webs como Redtube o Pornhub, encontró el siguiente aviso: “esta web está bloqueada siguiendo instrucciones de la autoridad competente”.

En los círculos del poder político indio se habla de evitar que se atente contra la moral, de impedir que se ofenda a las buenas costumbres y de acabar con lo que se considera una molestia social. Argumentos todos ellos que suenan a rancio y que muestran un desesperante conservadurismo ideológico frente a la, por ejemplo, libérrima actitud que mostrara, al escribir el Kama Sutra hace ya varios siglos, Vatsyayana, autor del célebre libro de posturas eróticas y consejos sexuales.

Siendo la India el segundo país en número de usuarios de internet del mundo y el sexto consumidor de pornografía on line (tras Pakistán, Egipto, Vietnam, Irán y Marruecos), qué duda cabe de que el bloqueo de estas páginas pornográficas en dicho país podría significar un duro golpe para los intereses comerciales de todas ellas. De momento, sin embargo, no se ha cumplido la voluntad existente de acabar completamente con las webs pornográficas. La Corte Suprema de la India se ha negado a imponer una prohibición total de estas webs tras verse obligada a emitir un veredicto tras recibir una denuncia en la que se asociaba la visión de webs pornográficas con la comisión de violaciones. Para quienes presentaron dicha denuncia, la visión de contenidos pornográficos en la web induce a la violación.

Pornografía y violación

Este argumento fundamentado en relacionar el visionado de pornografía por internet con la violación de mujeres, que podría tomarse casi a risa, pierde toda su gracia cuando uno se enfrenta a las cifras. No en vano, las violaciones y el abuso contra la mujer son un grave problema en la India. En 2012 se alcanzó la cifra de 24.923 violaciones denunciadas. Si a este escalofriante dato se añadiera el número de las violaciones cometidas y no denunciadas, ¿a qué escalón de la ignominia no ascenderíamos? Hablar de la responsabilidad del machismo cultural de una sociedad en la que impera el patriarcado más severo y que se sustenta sobre un injusto sistema de castas podría servir para explicar ese escandaloso índice de violaciones, pero siempre es más sencillo prohibir algo con lo que estamos moral o ideológicamente en desacuerdo que cambiar toda una mentalidad cultural y un modo de comportarse socialmente y de entender la vida.

Pese a todos los argumentos que, relacionando visión de contenidos pornográficos en internet y violaciones, solicitaban la ilegalización y el bloqueo de todas esas webs, la Corte Suprema, por su parte, expresó algo que, desde el punto de vista de una sociedad democrática, parece obvio: la persona puede, en su ámbito privado, contemplar dichas páginas si ése es su deseo siempre que éstas no sean fruto de la explotación de personas ni tengan a menores como protagonistas de las mismas.

Fue el Ministerio del Interior indio sin embargo quien, obviando los argumentos esgrimidos por la Corte Suprema, decidió dar instrucciones el pasado 31 de julio a 17 proveedores de internet para que bloquearan esas páginas de contenido pornográfico. Con esta acción, el gobierno indio de Narendra Modi profundizaba en la puesta en práctica de la política eminentemente censora con la que ya lleva tiempo interviniendo, por ejemplo, en el mundo del doblaje cinematográfico. El doblaje y la edición de las películas que se exhiben en la India se realiza, de un tiempo a esta parte, siguiendo un criterio fundamental: procurar evitar que los contenidos y formas de expresión oral y visual de las mismas puedan “dañar” a la audiencia local.

El bloqueo, sin embargo, ha durado apenas unos días. La oleada de protestas de los más diversos sectores de la sociedad india ha obligado al gobierno a reconsiderar su posición y a levantar el bloqueo de las páginas pornográficas señaladas (exceptuando el de aquéllas que pudieran poseer pornografía infantil entre sus contenidos).

Otros intentos censores

La actitud censora de las autoridades indias respecto a la pornografía en la red no es algo nuevo. De hecho, países como Gran Bretaña, por ejemplo, ya han hecho sus pinitos en este aspecto. Hace un par de años, Gran Bretaña impulsó una medida según la cual las operadores de internet debían aplicar un filtro que debía servir para bloquear el acceso a webs con contenidos pornográficos. El objetivo declarado era impedir que los niños que utilizaran internet tuvieran acceso a dichas páginas. El objetivo oculto, censurar unos contenidos que las autoridades políticas británicas, de talante conservador, consideraban inadecuados. Que algo tan sencillo como una extensión de navegador sirviera para saltarse el bloqueo a los contenidos pornográficos de internet no exime al gobierno propulsor de la idea de su caspa ideológica.

En Estados Unidos también ha habido movimientos orientados a cumplir dicha finalidad. Existen varias iniciativas de diversos grupos (entre ellos el Online family empowerment amendment) que se han marcado como objetivo el impedir la libre circulación por internet de lo que ellos llaman “materiales inmorales”. Estos grupos presentan iniciativas legislativas a través de congresistas miembros de las mismas y, con ellas, buscan una manera de controlar los contenidos de internet. Otras iniciativas más extremas hablan de conseguir la ilegalización de cualquier tipo de contenido obsceno en la red. También aquí se habla de proteger a los menores. Los menores, cuya protección no criticamos, acaban convirtiéndose en pretexto de quienes pretenden impulsar políticas censoras respecto a la pornografía.