Hollywood y Bollywood

En demasiadas ocasiones confundimos un arte en particular con una sola de sus expresiones. Así, hablamos del cine clásico y pensamos irremisiblemente en Hollywood. Arrastrados por ese pensamiento como si fueran latas atadas al guardabarros de un coche nupcial empiezan a desfilar por nuestra memoria nombres y más nombres. De directores. De actrices. De actores. De algún que otro guionista. De algún que otro productor. Cecil B. de Mille, Cary Grant, Ava Gardner, Francis Ford Coppola, Greta Garbo, Marlon Brando, Steven Spielberg, Billy Wilder, Ingrid Bergman, George Lucas, Elizabeth Taylor, Woody Allen, Paul Newman, Marilyn Monroe, John Huston…

Es irremediable. Somos occidentales y, como tales, tendemos a colocar todo lo occidental en el centro del mundo. Nosotros somos el ombligo de ese mundo y todo gira alrededor nuestro. Por eso cuando pensamos en escultura pensamos antes en el pensador de Rodin o el David de Miguel Ángel que en los soldados de terracota de la dinastía Qin o en cualquiera de las muestras que, en las paredes de los templos de India, dan cuenta de la riqueza temática y simbólica de la escultura hindú.

Hemos colocado a Occidente en el centro del mundo. La historia de la pintura es, en nuestra mente, la historia de los pintores italianos, españoles, alemanes, flamencos… Y la del cine es, fundamentalmente, la que se hizo y hace en Hollywood.

Pero más allá de ese cine con aroma hollywoodiense hay otro cine. O muchos cines. En algunos casos ese cine que escapa a los estándares universalmente conocidos de esa cinematografía que, rodada o planificada desde un rincón de Los Ángeles, ha moldeado nuestro gusto y ha determinado nuestra manera de mirar, es un cine pequeñito y raquítico, un cine de bajo presupuesto que se proyecta en salas de arte y ensayo y que subsiste a base de subvenciones o premios. En otros casos, ese otro cine en el que no acostumbramos a pensar o que, incluso, desdeñamos con afectados y tontos aires de superioridad, es, también, un cine poderoso, un cine bien musculado económicamente, un cine que, lejos de aparecer casi como un producto de artesanía, cuenta con el respaldo de grandes presupuestos, un cine que llena grandísimas salas de cine y que cuenta con su propia lista de dioses y diosas de la pantalla, su propio star system, su propio cielo de estrellas.

Si hay algún cine que, fuera del producido por la todopoderosa industria cinematográfica americana, se ajusta a esto último que hemos dicho, ése es el cine de Bollywood. Con ese nombre se conoce a la industria cinematográfica en hindi que, radicada en Bombay, es parte fundamental de la cultura popular de la India y productora desde hace décadas de un sinfín de títulos que, en el imaginario colectivo y sentimental indio, compiten entre sí como en el nuestro pueden competir Ben-Hur, Casablanca, El Padrino o Lo que el viento se llevó.

La industria de Bollywood, al igual que la Hollywood, ha generado, como hemos dicho, su propio star system. Nombres como Nargis, Nutan Behl, Hema Malini, Juhi Chawla o Rani Mukherjee son al imaginario de un indio o una india lo que para nosotros pueden ser la Garbo, las Hepburn (Katherine y Audrey), la Davis o, más recientemente, Meryl Streep, Susan Sarandon o Jane Fonda.

Una estrella de Bollywood

De entre los últimos nombres estelares de Bollywood hay uno, sin embargo, que destaca por encima de todos los demás con luz propia. Ese nombre es el de Priyanka Chopra.

Priyanka Chopra es una de esas mujeres cuya belleza marcadamente racial tiene la fuerza y el embrujo suficiente como para traspasar fronteras y conquista corazones por todo el planeta. El nuestro, al menos, lo ha conquistado. No en vano, Priyanka Chopra, además de ser una excelente actriz y cantante (la Wikipedia le otorga voz de mezzosoprano), fue Miss Mundo en el año 2000. Y, claro, Miss Mundo no lo es cualquiera.

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Tras ganar dicho certamen de belleza (la actual actriz y cantante llegaba a él desde el mundo del modelaje), Priyanka Chopra se estrenó en el mundo del cine. Films como Thamizhan, Aitraaz (remake en hindi de la película Acoso, protagonizada por Demi Moore), Karam, Yakeen, Barsaat, Kaminey y otros muchos la han convertido en todo un símbolo de la cinematografía india. La grabación de discos como Exotic la han convertido también en una estrella de la canción.

Priyanka Chopra vive a caballo entre Estados Unidos e India, entre Hollywood y Bollywood. Dieciséis horas de vuelo entre Bombay y Los Ángeles unas seis veces al mes para poder rodar Quantico en la ciudad californiana y cualquier film en el país en el que nació justo una semana después de que en España finalizara el Mundial de Fútbol de 1982.

El Kama Sutra con Priyanka Chopra

Priyanka Chopra tiene ahora, pues, 34 años. Y está libre. No hay hombre que ocupe oficialmente su corazón y tampoco su cama. Priyanka Chopra cuenta en alguna publicación que no es una chica de citas. Que es muy selectiva. Que es mujer de relaciones serias. Que la informalidad de las citas no va con ella. Eso nos hace pensar en una mujer que reserva lo mejor para nosotros. Y es que la belleza de Priyanka Chopra no nos parece una belleza que deba ser condenada a la abstinencia sexual. La espiritualidad está bien, pero el cuerpo y los labios de Priyanka Chopra están pidiendo sexo. Estamos convencidos de que el cuerpo de Priyanka Chopra debe guardar la sabiduría milenaria de una cultura capaz de parir una maravilla como el Kama Sutra.

priyanka chopra desnuda

¿Con quién mejor que con Priyanka Chopra desnuda para ensayar todas las posturas recogidas en el famoso libro? ¿Con quién mejor que con Priyanka Chopra en bolas para llevar a la práctica alguno de los innumerables trucos que Vatsyayana, autor del Kama Sutra, recoge en su libro para animar y hacer más feliz y satisfactoria la vida de pareja? Sentir los labios carnosos de Priyanka Chopra, pasear de su mano por Goa o por alguna de las maravillosas playas del sudoeste de su país, mirar el atardecer sentados en la arena de alguna de esas playas, esperar a que la oscuridad caiga sobre ambos y a que las tinieblas nos envuelvan para recostarnos suavemente sobre la arena, separar sus esbeltos muslos y saborear su intimidad sintiendo cómo la boca se nos llena de todos los aromas y sabores con que puede obsequiarnos la madre naturaleza cuando se desata y desborda.

Uno mira a Priyanka Chopra en cualquier capítulo de Quantico o en cualquiera de sus películas de Bollywood y no puede evitar el imaginar a Priyanka Chopra follando a la manera tántrica, sin prisas, deleitándose en cada caricia, paladeando cada beso, ayudándonos a retener el orgasmo o a retraeyacular hasta alcanzar juntos ese éxtasis en el que, entonces sí, nos dejaremos ir para fundirnos con esa belleza en la que se mezclan lo salvaje y lo elegante que es la belleza de Priyanka Chopra, nuestra particular e inolvidable diosa hindú.

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