Tiempos de censura

Los artistas eróticos han tenido que luchar desde que el mundo es mundo contra la censura. Los moralistas de todos los tiempos han intentado podar la creatividad de todos aquellos autores que han convertido el erotismo en eje de su obra. Se ha prohibido la exposición de cuadros o fotografías y se ha pintado sobre obras ya realizadas (Daniele da Volterra, por ejemplo, pintó calzones a las figuras que Miguel Ángel había pintado desnudas en El Juicio Final), se ha vetado la edición de ciertas obras literarias (Lolita, Fanny Hill, El amante de Lady Chatterley o las obras del Marqués de Sade o de Henry Miller serían algunas de esas obras) y se ha utilizado la tijera para cortar algunas escenas cinematográficas. Los españoles que crecieron durante el franquismo aún recuerdan cómo se producían saltos abruptos cuando, en alguna película, los protagonistas estaban a punto de besarse. El beso no se veía y la acción continuaba como si tal cosa.

Por desgracia, la censura no es sólo cosa del pasado. Sin llegar al casposo fanatismo moral de esos tiempos oscuros, la censura sigue de tanto en tanto haciendo de las suyas. Un ejemplo: no hace demasiados días que la prensa se hacía eco de que un maestro de escuela francés ha denunciado a Facebook y exige una indemnización de 20.000 euros por el daño moral sufrido al ser acusado casi de pornógrafo tras haber visto cancelada su cuenta en la famosa red social debido a la publicación del famoso cuadro de Gustave Coubert El origen del mundo. Facebook consideró que la publicación del cuadro de Coubert, que está expuesto desde 1995 en el Museo d’Orsay de París, era inapropiado para los usuarios de la red. Con esa actitud, Facebook se unía a quienes, en el pasado, habían mantenido posturas censoras contra el polémico cuadro. Uno de esos censores fue, en 2014, el servicio de correo francés, que se negó a editar un sello conmemorativo con la imagen del cuadro. Se espera que la Justicia francesa dicte sentencia el próximo 15 de marzo sobre el contencioso que mantienen Facebook y el profesor francés que había utilizado el cuadro de Courbet para promocionar un documental televisivo sobre el controvertido pintor.

Pero Facebook no es la única red social que ha adoptado medidas que podemos considerar censoras contra ciertas muestras de erotismo. Instagram también ha eliminado contenidos eróticos considerados inapropiados. Uno de los casos más llamativos es el del ilustrador Alphachanneling. Alphachanneling, al igual que otros ilustradores que han encontrado en Instagram una plataforma ideal para exponer su obra y hacerla llegar a un amplio público, tiene miles de seguidores.

Una ilustradora que también ha tenido que enfrentarse al furor censor de Instagram es Nikki Peck, una artista canadiense que, en Instagram, recibe el nombre de BonerCandy69. Peck buscaba convertir su cuenta de Instagram en una exploración del desnudo femenino clásico sustentado sobre comentarios sociales contemporáneos.

Los ilustradores se preguntan dónde sitúa Instagram la raya que no se puede traspasar y dudan a la hora de subir a la plataforma una nueva imagen. ¿Y si la censura se convierte finalmente en la desaparición definitiva de Instagram del artista que reincida en la publicación de ilustraciones e imágenes que la plataforma considere inapropiada? Dicha duda puede conducir a la autocensura de los artistas que, de ese modo, quedarían condicionados de manera radical a la hora de realizar y publicar su obra.

La comunidad de Instagram, por su parte, reconoce la naturaleza creativa o artística de ciertos desnudos, pero establece de manera firme los motivos que pueden provocar que una imagen o ilustración sea eliminado de la plataforma. En las Normas Comunitarias de Instagram se especifica que el usuario debe publicar “fotos y vídeos que resulten apropiados para un público diverso”. Instagram admite ser consciente de la voluntariedad artística y creativa que mueve a determinados usuarios de la plataforma a compartir imágenes de desnudos pero, sin embargo, se reafirma en un principio inquebrantable: el de no publicar desnudos. Una restricción que se aplica a “fotos, vídeos y determinado contenido digital que muestre actos sexuales, genitales y primeros planos de nalgas totalmente al descubierto”. Instagram sí acepta, sin embargo, “desnudos en fotos de cuadros y esculturas”.

Instagram, que permite imágenes de la lactancia femenina o de la cicatrización posterior a la mastectomía, no muestra, sin embargo, pezones femeninos. En muchas ocasiones, Instagram se ampara en las denuncias de usuarios para justificar la eliminación de algún contenido. Al hablar del proceso censor de Instagram no hay que olvidar que el usuario de esta plataforma puede marcar un determinado contenido y denunciarlo. Una vez hecha la denuncia, es un comité de revisión interno quien decide sobre si el contenido denunciado debe ser eliminado o no.

En ocasiones, como en la foto que se muestra a continuación, Instagram debe rectificar una decisión tomada. Instagram eliminó la foto que mostramos a continuación de su plataforma tras la denuncia recibida por parte de un usuario. La fotografía había sido subida por la revista online australiana Sticks and Stones. En ella se aprecia parte del vello púbico de las dos chicas que aparecen en la misma. Instagram bloqueó la cuenta e Sticks and Stones. Varios usuarios y medios de comunicación reclamaron. Si la imagen no era erótica, argumentaban, ¿por qué se consideraba inapropiado que se contemplara parte del vello púbico? La plataforma dio la razón a quienes habían presentado la reclamación y repuso la imagen.

Portavoces de Instagram han sostenido en alguna ocasión que “trabajan duramente para encontrar el punto medio entre permitir que la gente se pueda expresar de forma creativa y la aplicación de políticas que mantengan la experiencia confortable para los usuarios globales de la red y las diferentes comunidades”.