Naturaleza erótica

Si ha habido un director de cine español al que siempre se le ha relacionado con lo erótico y cuya obra artística ha estado en todo momento marcada por lo erótico, ese director es (fue) el cineasta catalán Josep Joan Bigas Luna.

Nacido en Barcelona en 1946 y fallecido en la Riera de Gaià (Tarragona) en 2013, Bigas Luna inició estudios de Economía (de los que fue expulsado) y se dedicó al interiorismo fundando el Estudio Gris junto al diseñador Carles Riart. Fotógrafo de profesión, Bigas Luna, junto a Riart, orientaron su trabajo en el Estudio Gris al diseño industrial y de interiores.

Fue en esa época, precisamente, cuando Bigas Luna comenzó a pintar y a reflejar en sus pinturas su personalísimo estilo. Fue tras esta inmersión en la pintura (arte que ya no abandonaría en toda su vida) cuando el cineasta barcelonés, que había realizado diversos trabajos como fotógrafo para la moda y la publicidad, se inició en la realización audiovisual. Entre 1974 y 1977, Bigas Luna firma una serie de cortos y documentales entre los que podemos destacar Cóctel internacional y Con soltura.

Con esos cortos, Bigas Luna iniciaba una carrera cinematográfica en la que firmaría 17 films entre los que cabe destacar Bilbao (1978), Caniche (1979), Las edades de Lulú (1990), Jamón, jamón (1992), Huevos de oro (1993), La teta y la luna (1994), La camarera del Titanic (1997), Son de mar (2001) o Yo soy la Juani (2006).

En todos esos filmes (y en especial en los que él fue, al mismo tiempo, guionista y director) quedó plasmado ese erotismo profundamente agreste, carnal y primitivo que habla de sensaciones a flor de piel y de un deseo arrebatador que se impone a cualquier tipo de sentimiento de tipo romántico. El erotismo de Bigas Luna es un erotismo directamente ligado a la naturaleza. La leche y la sangre adquieren el máximo protagonismo en una obra que rinde homenaje también a la Madre Tierra, que, desde la mirada del cineasta, tiene la doble capacidad de crear y de destruir.

“Bigas Luna, natura eròtica”

Bigas Luna filmaba, pero también dibujaba, fotografiaba, pintaba, creaba collages… Es de esa obra erótica no tan conocida de lo que ha querido hablar “Bigas Luna, natura eròtica”, la exposición mostrada en la Torre Vella de Salou y que cierra sus puertas el próximo viernes. La exposición da cuenta de hasta qué punto era cierto lo que Bigas Luna afirmaba en más de una ocasión sobre el hecho de considerarse más artista que no cineasta.

Todas las obras mostradas en “Bigas Luna, natura eròtica” giran alrededor del eje del erotismo. Entre las obras expuestas destaca, por ejemplo, la serie fotográfica A fior di pelle. Realizada en 2012, esta serie de fotografías eróticas muestra diez piezas de grandes fotografías de negativos que muestran cuerpos desnudos de mujeres fotografiadas entre los años 50 y 60 y manipuladas por Bigas Luna con la creatividad que le caracterizaba. Veladas en unas partes, mostrando la desnudez de las mujeres fotografiadas en otras, estas fotografías de Bigas Luna resultan tremendamente sugestivas y, como gran parte de la obra del artista, provocadoras.

En las obras expuestas en “Bigas Luna, natura eròtica” se puede comprobar perfectamente hasta qué punto la obra del artista catalán se sostenía sobre cuatro pilares fundamentales: el sexo, la naturaleza, la comida y la espiritualidad. De la mezcla de estos cuatro componentes surge una obra con cierta aspiración telúrica, una obra que habla de la vida, de sus orígenes y de las energías que la mueven y sacuden.

En la exposición “Bigas Luna, natura eròtica” también puede visitarse una sala en la que pueden visionarse dos documentales realizados por RTVE y que intentan acercar al espectador a la parte quizás más íntima y desconocida de este famoso cineasta que convirtió el erotismo en el eje fundamental de su obra y que tuvo el mérito, en más de una ocasión, de colocar ese erotismo en el centro mismo del debate público con sus sus siempre provocativas y en ocasiones impactantes películas.