“La tinta es mi sangre”. Esta rotunda afirmación con aires de declaración de principios salió hace ya un tiempo de la boca de Apollonia Saintclair, una ilustradora que, poco a poco, ilustración a ilustración está construyendo un corpus artístico formado por imágenes y situaciones en las que se impone un erotismo que se mueve a caballo entre lo directamente fantástico y lo delicadamente perverso.

En su web, Apollonia Saintclair se define como una “ilustradora autodidacta con un pasado tortuoso”. Colaboradora de distintas editoriales (entre las que podríamos destacar La Musardine, una famosa editorial erótica francesa), Saintclair se considera hija directa de la cultura pop y fruto de múltiples influencias. Al hablar de éstas, Saintclair destaca las figuras de Leonardo da Vinci, de Moebius, del famoso dibujante italiano Milo Manara (a quien en el pasado ya dedicamos un artículo en nuestro blog) y de The Silver Spoon.

Apollonia Saintclair, desde su trabajo como ilustradora y desde su obra erótica, se ha erigido en símbolo y defensa de la llamada “mirada femenina”. Y es que, defiende la ilustradora y lo demuestra con su obra, hay un erotismo fruto de la mirada masculina y un erotismo fruto de la mirada de la mujer. Ésta segunda, añade, sería un poco más compleja y, por supuesto, mucho menos patriarcal que la del hombre, que, maleducado por el porno, es en la mayor parte de los casos una mirada un tanto más agresiva, mucho más directa y menos erótica.

Lo que Apollonia Saintclair intenta hacer con su trabajo es poner sobre la mesa algo que, de alguna manera, todos deberíamos tener presente: y es que en nuestra imaginación existen rincones no por extraños menos maravillosos y que, por oscuros, son a menudo los más misteriosos, los más sexis y los que más merecen ser visitados.

En uno de los prólogos a sus obras, la artista Erika Lust, a quien ya hemos citado en más de un artículo de nuestro blog como tótem referencial del llamado porno feminista, destaca como Apollonia Saintclair tiene una capacidad única y subyugante para capturar “la esencia de lo que significa la sexualidad para cada uno de nosotros”. Por eso su propuesta artística es tan variada: porque nuestros deseos y fantasías son, también, variados e inacabables. El mostrar todo lo que Saintclair muestra en sus ilustraciones eróticas sirve, además, para abrir los ojos del espectador de sus dibujos y ayudarle a descubrir que hay múltiples maneras de disfrutar de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad y que todas ellas están ahí, esperando a ser experimentadas.

Describir una ilustración erótica de Apollonia Saintclair es hablar de una ilustración fundamental y mayoritariamente monocromática (algunos autores han destacado cómo ese carácter monocromático basado en el uso de tinta negra sobre fondo blando refuerza la idea de la dualidad existente entre realidad y fantasía) e implica, en muchos casos, hablar de un dibujo de tendencia realista en el que, de forma inesperada, se incluye un elemento que viene a trastornar la idea que quien mira el dibujo pueda tener de la realidad. Y es que la realidad derivada de la conversión en actos de la fantasía, parece decirnos Apollonia Saintclair, puede ser muy distinta a lo que preconizan o desean instaurar las normas sociales al uso o la mentalidad reinante en una determinada sociedad.

Es debido a ese sentido rompedor y un poco fuera de lo políticamente correcto que tiene la obra de Apollonia Saintclair que se puede hablar de ella como si fuera un canto a la libertad. Sumergirse en la página web de esta original y, al mismo tiempo, clásica ilustradora (apolloniasaintclair.com), es algo así como sumergirse en un océano de erotismo sin fin. Que la obra de Apollonia Saintclair haya tenido que enfrentarse en alguna ocasión a la censura de algunas redes sociales demuestra hasta qué punto el erotismo y las diferentes propuestas que brotan o pueden articularse alrededor de él siguen siendo contemplados como una especie de provocación por mentes que, por el contrario, no hacen ascos a la exhibición pública de actos violentos en las mencionadas redes. Y es que a estas mentes pacatas y estrechas de miras les violenta más la contemplación de dos personas gozando de sus cuerpos (independientemente del género o de la orientación sexual de dichas personas) que la de esas mismas dos personas protagonizando un acto violento.

Aprovechamos esta oportunidad para invitarte a conocer más profundamente su obra.