Cuando se habla del mundo antiguo siempre se suele poner a Grecia y a Roma como modelos de culturas o civilizaciones en las que lo lujurioso y lo orgiástico adquirieron una relevancia especial. Sin duda, el concepto de orgía nos remite mental y directamente a Roma, pero Roma (y tampoco, aunque en menor medida, Grecia) no fue la única cultura del mundo antiguo en la que se practicó, de un modo más o menos habitual, el sexo en grupo. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, también las orgías existieron. O al menos eso parece desprenderse de algunos documentos y de algunos restos arqueológicos encontrados en diferentes puntos del antiguo imperio.

Cuando se habla de orgías en el Antiguo Egipto hay que tener presente que muchas de las orgías que se celebraban en el país del Nilo estaban relacionadas directamente con determinados rituales religiosos. En esos rituales, destinados a potenciar la fertilidad, se practicaba directamente sexo en grupo o, en ocasiones, y según se desprende de algunos testimonios que han llegado hasta nosotros, se realizaban rituales grupales de autoestimulación. O sea: que algunos antiguos egipcios practicaban eso que remite tanto a la adolescencia (al menos a la masculina) como es la masturbación en grupo.

Orgías “sagradas” y Festival de la Embriaguez

Algo que no hay que olvidar tampoco cuando se habla de orgías en el Antiguo Egipto es la existencia, en dicha cultura, de lo que se ha llamado prostitución sagrada. En la cultura egipcia de la época destacaba la figura de la “palácida”. La palácida era una hija hermosa de alguna familia miembro de la élite social egipcia que, como joven hermosa, se veía predestinada a ejercer lo que se ha dado en llamar “prostitución sagrada”. En virtud de su condición de prostitutas sagradas, las palácidas participaban en rituales que estaban relacionados con la fertilidad y, por tanto, con la crecida anual del río Nilo, que garantizaba el esplendor agrícola y, por tanto, alejaba el fantasma del hambre o la escasez.

Los ritos de resonancias marcadamente sexuales en los que participaban las palácidas derivaban, en gran medida, de ritos más antiguos, propios del Egipto Predinástico, y en el que, para rendir culto a deidades femeninas, las sacerdotisas participaban en ritos orgiásticos. Según se desprende de estudios realizados, dichas sacerdotisas utilizaban objetos de forma fálica para, de manera ritualizada, ejecutar determinados actos de autoestimulación.

Una orgía del Antiguo Egipto (o lo que podría considerarse, al menos, una invitación a la orgía) que adquirió gran relevancia fue la que se celebraba durante el llamado festival Wag. Este festival del Antiguo Egipto, que estaba, también, directamente relacionado con la crecida del río Nilo, se celebraba a principios de años en la ciudad de Abidos. Para los fieles de Osiris, la celebración de una orgía sagrada era la manera idónea de celebrar la fiesta funeraria del dios.

De entre todos los rituales egipcios, sin embargo, el que más relacionado estaba con el concepto de orgía era el llamado Festival de la Embriaguez. Este festival, celebrado en honor a la diosa Sejmet-Bastet, se celebraba en la ciudad de Bubastis, y sabemos de él, en gran medida, gracias a lo que sobre él escribió el historiador romano Heródoto.

Heródoto, al hablar del Festival de la Embriaguez, hablaba de barcas llenas de hombres y mujeres descendiendo Nilo abajo, de mujeres haciendo sonar panderos y címbalos, de danzas sensuales, de bebida a mansalva y de sexo desbocado en la cubierta de las barcas. Cuando descendían a tierra, cuenta Heródoto, se celebraba un gran banquete, bien regado con vino. Y era seguramente ese consumo desbocado de vino el que liberaba las mentes y los cuerpos y empujaba a los participantes en el festival por el camino de lo orgiástico. No en vano, y para ambientar la fiesta, el vino, por lo que se desprende de algún himno inscrito en algún templo, era servido por mujeres jóvenes que, ataviadas de una manera sensual, se identificaban claramente por lucir en el cabello guirnaldas de flores.

Según algunos documentos que se han encontrado en excavaciones, parece ser que el Festival de la Embriaguez se celebró durante bastantes siglos. Hay autores que han dejado constancia de cómo este festival era rechazado por los sectores más conservadores de la sociedad egipcia. Estos sectores, sin embargo, poco pudieron hacer contra el arraigo eminentemente popular de un festival que, al parecer, no solo se celebraba en los templos, sino que se celebraba también en muchos santuarios y hogares.

Que esta festividad se celebrara, también, en hogares, no quiere decir, ni mucho menos, que en ellos también tuvieran lugar dichas sesiones de sexo en grupo. Éstas, muy probablemente, se reducirían a algunos rituales en algunos templos. Otra cosa es que, en un ambiente festivo como el que debía ser propio del Festival de la Embriaguez, no fueran muchos los hombres que aprovecharan la oportunidad para visitar las Casas de la Cerveza o, lo que es lo mismo, los prostíbulos de la época.

burdel egipcio

Sexo en grupo a orillas del Nilo

Más allá de las orgías de carácter religioso del Antiguo Egipto, ¿estaba normalizado el sexo en grupo?, ¿era algo habitual? Se ha hablado mucho de los harenes de los faraones y de hasta qué punto dichos harenes podían ser lugares propicios para la celebración de intensas sesiones de sexo en grupo y en las que participara, de manera estelar, el faraón. Ciertamente, no existen pruebas de que fuera así. De hecho, el concepto que tenemos en la actualidad de lo que era un harén es, seguramente, muy diferente a lo que era en verdad un harén de un faraón en el Antiguo Egipto.

El hecho de que los harenes faraónicos no fueran exactamente como nosotros, occidentales del siglo XXI, los imaginamos, no debería servir tampoco para rechazar la existencia de orgías en el Antiguo Egipto. Es decir: del mismo modo que no pueden servir para afirmar categóricamente su existencia tampoco pueden servir para negarla, pues siempre hay algún indicio que hace pensar en que no siempre los harenes faraónicos estuvieron a salvo de la tentación orgiástica. Después de todo, si no hubieran existido las orgías en el Antiguo Egipto, ¿por qué se habría encontrado, como se ha encontrado en algún papiro, un encantamiento amoroso en el que quien lo ofrece solicita participar en una orgía? Si alguien solicita algo así es, muy probablemente, porque ese algo existe. No en vano, hay egiptólogos que sostienen que lo que representa el famoso Papiro Erótico de Turín (un papiro que recoge a distintos personajes en diversas escenas de sexo y adoptando diferentes posturas eróticas y que, realizado alrededor del 1150 a.C., se conserva en el Museo Egipcio de Turín) no sería otra cosa que la plasmación de un orgía en un lugar en el que existen camas, taburetes, almohadas o jarras de bebida y que bien podría ser, en verdad, una Casa de la Cerveza del Antiguo Egipto. O sea: un prostíbulo.