Al otro lado del espejo

Pasar al otro lado del espejo no es algo que esté al alcance de todo el mundo. Sólo los más arriesgados consiguen dar ese salto hacia el otro lado del telón de la realidad. Lo han hecho algunos actores, que han dejado de ser carne moldeable en manos de directores y protagonistas de historias para convertirse en moldeadores de actores y en creadores de historias que protagonizan otros y lo hace todo artista cuando se enfrenta a la tarea diaria de realizar obras artísticas. ¿Qué mayor osadía que la del lector empedernido que un día decide convertirse en autor para crear sus propias historias? ¿Qué mayor osadía que la del melómano que se siente con arrestos para componer una pieza musical? Semejante a esa osadía fue la que un día demostró Ellen von Unwerth, una modelo alemana de los años 70 que en un momento dado decidió cambiar de papel y convertirse en fotógrafa de quienes hasta ese momento habían sido sus compañeras.

Ellen von Unwerth descubrió la que iba a ser la pasión de su vida gracias a una casualidad. La casualidad fue que un novio le regalara una cámara fotográfica poco antes de iniciar un viaje a Kenia. Allá captó imágenes de niños y de la vida cotidiana. Las publicó una revista francesa. Ellen, por su parte, descubrió un oficio que le apasionaba y le hacía sentir terriblemente vida.

Entre lo cándido y lo morboso

Es precisamente ese concepto, el de vida, el que se vuelve fundamental en la obra fotográfica de Ellen von Unwerth. Vitalismo y naturalidad, sensualidad transgresora, erotismo canalla, pornografía gamberra, intersección descarada entre lo angelical y lo diabólico, entre lo cándido y lo morboso… todas estas características singularizan la fotografía erótica de Ellen von Unwerth.

Más de treinta años de carrera deberían ser suficientes para dejar constancia de la magnitud de la obra fotográfica de Ellen von Unwerth. Si eso no bastara, podría servir a tal fin dar algunos nombres tanto de las revistas que han editado sus fotografías como de las mujeres que las han protagonizado. Entre los primeros podríamos destacar los de Vogue, ID, Vanity Fair o The Face, entre otras. Entre los segundos, nombres de tanta relevancia pública como los de Madonna, Uma Thurman, Liv Tyler, Kate Moss, Eva Green, Monica Belluci o Dita von Teese. Un sinfín de estrellas de la interpretación y la moda han posado ante el objetivo originalísimamente personal de Ellen von Unwerth.

Los juegos de luz, las posturas acrobáticas, las miradas que oscilan entre lo morboso y lo cándido identifican una obra en la que destaca de manera aplastante el blanco y negro sobre el color. Ellen von Unwerth ha señalado en alguna ocasión que con esa elección desea reforzar el dramatismo de sus fotografías. En ocasiones, éstas beben de una estética feísta que se ve reforzada por el uso del desenfoque, muy habitual sus imágenes. Ellen von Unwerth se dice influenciada por la obra de pintores como El Bosco, Toulousse-Lautrec o Warhol y de cineastas como Fellini, Visconti, Fritz Lang, Rossellini o Lubitsch.

Retrato del deseo

Con el bagaje cultural señalado Ellen von Unwerth crea una mixtura única y fácilmente reconocible que le sirve para plasmar todo aquello que tenga que ver con el deseo y la lujuria. Unas sesiones fotográficas en las que imperan una cierta locura creativa y un derroche absoluto de libertad y vitalidad sirven para convertir en imágenes inolvidables una serie de fantasías sexuales que van desde el lesbianismo hasta el sadomasoquismo y desde el voyeurismo a la orgía. Para plasmar esas imágenes, Ellen von Unwerth elige escenarios con cierto aroma a vida canalla y crápula. El music-hall, el cabaret o el circo aportan ese escenario.

Hoy en día, el de Ellen von Unwerth es uno de los nombres capitales de la fotografía de moda. Revistas como Vogue siguen recurriendo a ella para dar un toque de prestigio a sus páginas. Y ella cumple. Basta echar un vistazo a cualquiera de sus fotografías para comprender que, cuando hablamos de Ellen von Unwerth estamos hablando de uno de los nombres capitales de la fotografía erótica de finales del siglo XX y principios del XXI.

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