Tetas enormes

La expresión belleza vintage podría sonar como un especie de agravio camuflado o una descortesía hacia aquello que se califica como tal. Si ese algo no es un algo sino que es un alguien y ese alguien, además, es del sexo femenino, la descortesía se vuelve entonces una absoluta zafiedad, una afirmación en apariencia carente de tacto y finesse. Aplicar el calificativo vintage al concepto de belleza viene a ser algo así como calificar a de añeja a la frescura. Porque en el fondo, ¿qué puede ser la belleza vintage? ¿Una belleza fuera de su tiempo? ¿Una belleza a la que se le pasó el arroz? ¿La sombra melancólica de lo que un día fue verdadera belleza? ¿Es la belleza vintage el escombro de la auténtica belleza, su material de derribo?

No. La belleza vintage es la belleza que se sale de los cánones estrechos y dictatoriales que impone la moda del momento. Cada tiempo tiene sus propios estándares y cada tiempo tiene, también, sus propias bellezas rebeldes y contestatarias que se enfrentan a pecho descubierto a esos estándares. En el caso que nos ocupa, nunca mejor dicho lo de pecho. Y es que la belleza vintage de la que estamos hablando, la mujer que quita el hipo y se lleva tras de sí las miradas lujuriosas de los hombres, es una mujer a un pecho pegada. Dos tetas superlativas son la tarjeta de presentación de Christina Hendricks, una de las más famosas actrices del universo televisivo made in USA, una belleza vintage que bien podría haberse convertido en mito sexual de los 50.

A las tetas de Christina Hendricks le caben todos los calificativos. Podríamos hablar de tetas soberbias, de pechos descomunales, de mamas rebosantes, de ubres sobrecogedoras, de melones abismales, de trujis inacabables… Todas esas expresiones podrían ser dichas y todas podrían ser escritas en las tetas inmensas de Christina Hendricks. Las tetas de la Hendricks podrían haber nutrido por sí solas a todo un hospicio. No nos cuesta nada imaginar esas tetas ciclópeas y del color del nácar rodeadas de un sinfín de lenguas infantiles que intentaran engancharse al soberbio pezón de sonrosada areola de esta cuarentona espectacular y maciza. Esas tetas, después de todo, amamantan el ocio de millones de espectadores estadounidenses que la adoran cuando la ven convertida en Joan Holoway, la mánager de secretarias en la agencia de publicidad a la que Christina Hendricks da vida en la serie Mad Men, de la AMC.

En el personaje de Holoway se mezclan la tenacidad, la sensualidad y un acerado sentido del humor que la convierten en todo un personaje admirado y deseado por los espectadores de todo el país. Nada diremos de la tenacidad ni del sentido del humor de este personaje, pero no podemos permanecer mudos ante ese derroche casi excesivo de sensualidad.

Y es que el cuerpo de la Hendricks es el paraíso de las curvas. El viaje que lleva de las tetas a las caderas es un viaje no apto para enfermos del corazón. Hay atracciones en los grandes parques de ocio que presentan menos retos a los que padecen de vértigo que ese viaje entre esas dos exuberancias corporales que pueden llegar a ser los pechos y las caderas de una mujer que, en contraste con la sinuosidad jacarandosa y magreable hasta el delirio de sus formas, tiene un rostro delicado y fino, un rostro que no parece cuadrar con ese cuerpo pero que resulta tremendamente bello y sensual.

Tal vez ayuda a que sea así ese pelo color de azafrán y esos ojos azules. Hay pelirrojas que resultan tremendamente atractivas y Christina Hendricks es una de ellas. Por eso seguramente se ha convertido en objetivo predilecto de muchos hackers. Capturar una foto de Christina Hendricks desnuda, con sus espectaculares melones al aire, es un premio que muchos hackers persiguen. Nosotros la miramos, intuimos la colosal exuberancia de esas tetas que apenas pueden ser contenidas por los elegantísimos y a la vez provocativos escotes que Christina Hendricks acostumbra a vestir en sus apariciones públicas y nos preguntamos cuánto fuego debe desprender esta mujer follando.

¿Qué energía no desarrollará Christina Hendricks cuando, enervada de deseo, emputecida y calentona, se desprenda de su ropa y su cuerpo su muestre tal cual es, abundoso y acogedor, libre de corsés y de ropajes que lo aprisionen, dispuesto a dar y recibir placer del hombre que tenga la dicha de gozar de la desbordante sensualidad de esta mujer de cabello pelirrojo y mirada marina? Chistina Hendricks follando debe saciar las ansias del más exigente. Cabalgando sobre el hombre, abierta completamente sobre el lecho u ofreciendo su grupa para que quien ha de penetrar escoja entre el húmedo canal de la maternidad y la menstruación o el estrecho cauce de los amores más íntimos, Christina Hendricks debe ser una amante tan apasionada como insaciable. O así queremos imaginarla al menos. De hecho, así nos acostumbramos una vez a imaginar, nunca sabremos el porqué, a todas las mujeres de piel pálida y mirada azul cielo.

Nunca podremos, claro, comprobar hasta qué punto lo que imaginamos es cierto. Lo que sí podremos comprobar es cómo eso que imaginamos afecta al riego sanguíneo que acude a nuestros genitales.
Se nos excitan éstos y nuestro pene se convierte en una urgencia que reclama ser atendida. Para hacerlo, sabedores de que nada podemos esperar del opíparo cuerpo de Christina Hendricks, buscamos en nuestra página de contactos favorita, girlsbcn.com, a esa mujer que cumpla con los requisitos físicos que en la Hendricks resplandecen, y no tardamos en encontrar esa mujer que va a extraer de nosotros la última gota de nuestro aliento y en calmar y saciar la calentura que la contemplación de las fotografías de la pelirroja de las curvas de infarto y las tetas mayúsculas dejó en nosotros.

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