El mundo, lugar erótico

“Siempre he considerado que el mundo es un lugar erótico”. Esta declaración sirve a la perfección para plasmar la personalidad de quien es uno de los fotógrafos japoneses más venerados y respetados en el medio fotográfico internacional, Daido Moriyama.

Nacido en Ikeda, en las cercanías de Osaka, en 1938. En 1961, Moriyama se fue a vivir a Tokyo. Ahí trabajó de asistente durante tres años en el estudio de una toda una institución en la historia de la fotografía en Japón: Eikoh Hosoe, íntimo amigo del escritor japonés Yukio Mishima, y que convirtió la exploración de temas como la muerte, lo irracional o la obsesión erótica en el eje central de su obra artística.

La influencia de Hosoe en la fotografía de Daido Moriyama fue determinante. Al igual que empezó a hacer aquél, Moriyama inició su carrera profesional intentado reflejar de qué manera los viejos valores de la sociedad tradicional japonesa chocaban contra la nueva realidad que iba izándose sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial. En cierto modo, algo semejante a lo que Yukio Mishima intentaba plasmar en más de una de sus novelas, ensayos y obras de teatro.

Otro de los autores que hay que tener presente (por la influencia que ejerció sobre él) cuando hablamos de la fotografía de Daido Moriyama es William Klein. El fotógrafo y cineasta estadounidense editó en 1956 un libro sobre Nueva York que serviría a Moriyama para encontrar poco a poco su estilo formal. Junto a éste, las obras fotográficas de Shomei Tomatsu y Weegee (pseudónimo del fotógrafo y reportero ucraniano Arthur H. Fellig) servirían, también, para aportar aquellos ingredientes técnicos y estilísticos que, pasado por el propio tamiz de su imaginación, iban a servir a Daido Moriyama para crear su estilo.

El estilo de Daido Moriyama está caracterizado por los desenfoques, los fuertes contrastes en un blanco y negro muy empastado y subexpuesto, las imágenes muy granuladas, los barridos, las sobreexposiciones… A Daido Moriyama no le importa demasiado que la fotografía, técnicamente, no aparezca perfecta. Él mismo lo dice: “la fotografía no se trata de claridad”. A Daido Moriyama le importa más capturar lo que, según dice, siente con su cuerpo que no mostrarse como un fotógrafo técnicamente perfecto.

Sirviéndose de esa técnica, Daido Moriyama intenta plasmar los cambios experimentados por Japón tras la Segunda Guerra Mundial y de cómo las nuevas y las viejas tradiciones conviven en unas ciudades que son entendidas por el fotógrafo japonés como “enormes cuerpos de deseos individuales”.

Lo que Moriyama quiere mostrar en sus fotografías es la trastienda de un país que está empezando a convertirse en una potencia económica. Daido Moriyama no quiere mostrar tanto el acelerado crecimiento económico de un país derrotado y humillado sino lo que se oculta tras el brillo de ese crecimiento económico. Para hacerlo, Moriyama pasea su mirada de perro callejero por los clubs nocturnos, por los sucios callejones de la ciudad, por las aceras salpicadas de prostitutas y borrachos… Paseando por ahí, Daido Moriyama quiere mostrar el caos, la alienación, la deshumanización, la vida cotidiana, la marginación y el espíritu laberíntico y casi animal de la ciudad. La crudeza, así, se convierte en signo distintivo de unas fotografías, las de Daido Moriyama, que pretenden por encima de todo plasmar una atmósfera, pretensión que, sin duda, tiene algo de poético.

La obra erótica de Daido Moriyama

Y esa pretensión se plasma también en sus fotografías eróticas. Éstas no ocupan en el grueso de su obra el volumen que, por ejemplo, ocupa la fotografía erótica en la obra de, por ejemplo, Nobuyoshi Araki. Si en la obra de Araki el erotismo lo impregna todo, en la de Moriyama el erotismo es, sólo, un motivo más. Pese a eso, la originalidad de las fotografías eróticas de Daido Moriyama y su carácter único hace que reservemos en este rincón dedicado al erotismo un espacio para la obra de este gran fotógrafo japonés.

Daido Moriyama ha recurrido precisamente y en más de una ocasión al concepto de lo erótico para justificar su preferencia por el blanco y negro. Para Moriyama, el blanco y negro tiene un algo de erótico. “En cualquier imagen en blanco y negro”, sostiene Moriyama, “hay cierta variedad de erotismo”.

En 2015, Daido Moriyama editó A room, una obra que recoge 67 fotografías realizadas desde los años 80 en el apartamento del propio Moriyama en Tokio y en la que aparecen mujeres desnudas o semidesnudas que en caso alguno muestran su rostro de manera clara.

En A room observamos cómo la mirada de Moriyama se posa de forma poética sobre diversas partes del cuerpo femenino. En las fotografías de A room descubrimos muchas piernas largas, curvas de cadera fotografiadas desde diferentes e imposibles ángulos, pechos mirados desde perspectivas insólitas, alguna que otra braga y algún que otro vello púbico.

Otras de las fotografías eróticas representativas del trabajo de Daido Moriyama son aquéllas que muestran una serie de muslos y piernas de mujer que, cubiertas con medias de rejillas, se entrelazan con otras dando lugar a imágenes que dificultan la identificación de lo que en ellas se observa y que adquieren un marcado carácter abstracto. El carácter abstracto de las fotografías de medias de rejilla de Daido Moriyama no roba a éstas, sin embargo, un ápice de su erotismo y sensualidad.