De Marilyn a Scarlett

Cada generación ha tenido sus propios sex symbols. Mujeres como Mae West, Rita Hayworth, Ava Gardner, Raquel Welch, Sophia Loren o Brigitte Bardot han marcado los gustos eróticos de toda una generación. Mención aparte merece alguien como Marilyn Monroe. La Monroe se ha convertido, seguramente, en algo más que un sex symbol. Siendo la más grande de todas ellas como sex symbol, ha trascendido los límites de esa figura para convertirse en icono de un tiempo y un país. A ello ha ayudado, sin duda, las circunstancias de su muerte y todo lo que rodeó su vida, desde sus relaciones personales con gente tan diversa como el presidente Kennedy, el jugador de béisbol Joe DiMaggio (que fue su marido) o el escritor y periodista Truman Capote, a su fragilidad emocional, que tan bien retrató este último en una magnífica e inmortal entrevista.

Marilyn Monroe, hija de un tiempo muy concreto y propietaria de una personalidad única, es irrepetible por mucho que los críticos más acomodaticios y menos imaginativos intenten buscar cada dos por tres una heredera de lo que ella, en su día, representó. La “nueva Marilyn Monroe” se acostumbra a decir con una ligereza excesiva cuando una nueva belleza incendia las pantallas. Varias mujeres han merecido ese calificativo desde que la divina y frágil Marilyn muriera allá por agosto de 1962, pero si hay alguien que durante la última década ha sido calificada en más de una ocasión con ese calificativo ha sido alguien cuyo solo nombre provoca silbidos de admiración y miradas de deseo de todo el género masculino: Scarlett Johansson.

Scarlett Johansson representa la misma carnalidad que en su día representó una mujer como Marilyn Monroe. Las curvas de Scarlett Johansson nos incendian el latido. ¿Cuántas caricias no imaginamos que caben en ellas? ¿Cuántas veces no derraparíamos por ese espacio terriblemente sensual que son las curvas de Scarlett Johansson en busca del más sensual de los placeres? Imposible permanecer insensibles a los encantos femeninos de Scarlett Johansson: los labios carnosos que nos hacen soñar exquisitas felaciones, las caderas anchas que con gusto agarraríamos, el espléndido trasero cuya imagen robaron los jackers de entre los selfies privados de la actriz, los pechos abundantes que podrían acoger tanto nuestro beso como nuestra eyaculación… Todo ello concentrado en una estatura no demasiado alta (Scarlett Johansson apenas sobrepasa el 1,60 m) pero magníficamente distribuido. Qué nos importa que sea bajita. Seguramente el paraíso terrenal tampoco fue demasiado grande. Si lo hubiera sido, algo quedaría todavía de él. Y no parece que sea así.

El desnudo de Scarlett Johansson

Hemos imaginado tantas veces a Scarlett Johansson desnuda que apenas creímos que fuera posible que aquella imagen que nos mostraba la pantalla en Bajo la piel fuera la de ella. Y, sin embargo, lo era. Con el pelo moreno, completamente desnuda, Scarlett Johansson hizo que los comentarios en internet se dispararan. A favor y en contra. No en vano, no fueron pocos los hombres que, por decirlo de algún modo, sufrieron una pequeña-gran decepción. Esos hombres habían imaginado muchas veces a Scarlett Johansson desnuda. Esos hombres habían imaginado muchas veces a Scarlett Johansson follando. Y ahora, cuando la imagen desnuda de la actriz había dejado de convertirse en objeto de la imaginación para ser algo comprobable, resultaba que Scarlett Johansson, el objeto de tanto deseo y la inspiradora de tanta masturbación, parecía más normalita físicamente de lo que las películas anteriores en las que ella aparecía parecían insinuar.

Otros hombres, sin embargo, menos tiquismiquis y, en el fondo, más sabios, vieron reafirmado su deseo. Para ello,s esa normalidad de Scarlett Johansson desnuda era la normalidad de las mujeres verdaderamente bellas. Para esos hombres, la perfección impoluta, espectacular y sin tachas tiene algo de cansino y abrumador. Hay cuerpos de mujer que, de puro perfectos, de puro parecer fruto del diseño o el gimnasio, hacen pensar en el olor a tinta del papel couché. Esos cuerpos perfectos parecen nacidos para la simple exhibición estatuaria. El de Scarlett Johansson no es uno de esos cuerpos. El cuerpo desnudo de Scarlett Johansson invita a la acción. No lo imaginamos oliendo a papel couché. El suyo debe ser un olor mixto a cuerpo de mujer y a Dolce & Gabbana, la marca de perfumes que Scarlett ha anunciado en todo el mundo.

Alejándose gracias a ese desnudo de lo que se entiende por perfección física absoluta, Scarlett Johansson se hacía, aún, más carnal y deseable, más terrenal. Así, tal y como había sucedido cuando la habíamos visto en películas como La joven de la perla, Lost in Traslation, Match Point, La Dalia Negra o The Spirit, volvimos a soñar con Scarlett Johansson follando. Follando con nosotros, claro.

Y es que las mujeres que son sexys (y Scarlett Johansson lo es, no en vano ha sido proclamada por revistas como Esquire o Playboy la mujer viva o la celebridad más sexy en diversas ocasiones) consiguen hacernos soñar con su sola presencia con polvos increíbles y con momentos de placer sin parangón. Algunas de esas mujeres sexys son, como Scarlett Johansson, actrices de Hollywood. Otras, como las chicas de compañía que se anuncian en GirlsBcn.tv, son prostitutas de lujo, escorts o masajistas eróticas. Unas y otras son deseables y sexys, pero éstas presentan una ventaja sobre aquéllas: son fácilmente localizables y están deseando recibir tu llamada para hacerte gozar con todas los maravillosos servicios que pueden ofrecerte. Después de todo, Hollywood y sus fastos quedan más lejos que cualquier apartamento privado, habitación por horas u habitación de hotel de Barcelona, Madrid o cualquier otra ciudad española en la que las maravillosas callgirls de GirlsBcn prestan sus servicios.

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