Normalización del porno

Hubo un tiempo en el que el porno habitaba en las cavernas. Se sabía que existía, pero la suya era una existencia clandestina. Para visionarlo había que acudir a salas de cine que tenían un algo de lumpen y en las que no era difícil intuir entre las sombras el ajetreado afán de los pajilleros. Así, se contemplaba el porno bajo la mirada inmisericorde de la culpa, esa fulana que siempre acaba por dejarnos el placer lleno de ladillas. La mugre de la culpa es muy difícil de limpiar, y con ella se salía a la calle tras haber contemplado una de aquellas películas en uno de aquellos cines que nunca eran los de nuestro barrio y a los que, a pesar de estar en la otra punta de la ciudad, había que entrar casi disfrazado, que el mundo es un pañuelo y nunca sabemos dónde vamos a encontrar a esa persona que nos va a reconocer y que luego va a ir por ahí contando que Fulanito o Menganito va a un cine de esos que tú ya sabes.

Por fortuna, todo eso ya pertenece a la historia. Los tabúes van cayendo y lo que antes era visto como algo sucio comienza a contemplarse como algo natural. De hecho, hasta los propios cines X pertenecen ya a la historia. Ahora el porno puede contemplarse con un simple clic de ratón. Internet nos los trae gratuitamente a casa y el porno en streaming se ha convertido en uno de los grandes reclamos de la red. Hombres y mujeres se conectan a las infinitas páginas web que ofrecen contenido porno y mediante un sencillo método de busca encuentran escenas porno en las que poder contemplar las prácticas sexuales preferidas.

Por su parte, si se desea disfrutar de una película porno de una manera más “social” (es decir: alejándose de la privacidad del hogar y de la soledad que implica el contemplar internet en casa), en la actualidad se pueden encontrar pequeñas salas en sexshops o en clubs swinger en los que, además, se puede gozar de la posibilidad de disponer de cabinas, cuartos oscuros y glory holes en los que encontrar satisfacción a la excitación provocada por la visión del cine porno.

El visionado del porno, pues, ha ido adquiriendo marchamo de normalidad. A ello han contribuido sin duda los distintos certámenes eróticos y festivales de cine X que se van celebrando en diferentes ciudades españolas. Las cifras de visitantes a dichos certámenes reflejan cómo, sin prisas pero sin pausa, el consumidor del porno se ha ido despojando de todo sentimiento de culpa y la industria del porno ha ido ganándose el respeto de quienes hasta no hace demasiado sólo alcanzaban a ver en el universo del porno un microcosmos de degeneración y vicio.

Porno en las aulas

El cambio de perspectiva respecto al porno ha llegado al extremo de introducirlo en las aulas universitarias. El pasado 20 de abril, sin ir más lejos, la Universidad Carlos III de Madrid acogió una mesa redonda sobre la situación de la industria del porno en España. En dicha mesa redonda participaron, entre otros, la actriz y directora de la web altporn4u.com, Irina Vega, el pionero del porno español José María Ponce y el actor y director de Cumlouder, Pablo Ferrari. En la mesa redonda se abordaron temas diversos relacionados con el cine porno como pueden ser los modelos de sexualidad plasmados por el mismo, los roles de género representados o los cánones de belleza que, en base a las imágenes contempladas en el cine porno, se construyen en el imaginario colectivo.

Este modo de introducir el porno en la universidad está todavía lejos de la normalización universitaria del estudio del porno que se da en lugares como, por ejemplo, Alemania o Taiwan. La Ruhr Universität de Bochum, por ejemplo, ha introducido una asignatura sobre cine porno (Pornografische) en su facultad de comunicación, y la Universidad Católica de Taiwan ha organizado cursos de cine porno en los que sus alumnos debían analizar films pornográficos. Para participar en estos cursos, sin embargo, los alumnos inscritos debían exculpar a la propia universidad de cualquier tipo de responsabilidad si las escenas contempladas en los diferentes films les incomodaban especialmente o les causaban algún tipo de molestia moral.

Más allá de este interés académico por la industria pornográfica y su funcionamiento hay que colocar la iniciativa del archiconocido actor porno Rocco Siffredi al dirigir seminarios porno en HARD, la Universitá del Porno, un programa de televisión italiano en el que, previa selección, participaron 21 chicas con aspiraciones de convertirse en ser estrella del porno.

El escándalo de Post-Op

Un paso más allá en la introducción del porno en la universidad es el dado por el colectivo de post-porno barcelonés Post-Op al realizar un espectáculo de post-porno en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Post-Op se presenta en su página web como un grupo de activistas interdisciplinares que investigan sobre género y post-pornografía. La apuesta de Post-Op es, al decir del grupo, la resexualización del espacio y la esfera pública. Para alcanzar dicho objetivo, Post-Op se ha especializado en la realización de performances en las que la parodia es, en muchas ocasiones, el instrumento que debe servir para que el espectador se plantee hasta qué punto el porno mainstream o porno comercial fomenta el establecimiento de estereotipos eróticos y sexuales que tienen poco que ver con la práctica normal del sexo. Éste, que como ya vimos en un artículo dedicado a ello, es el objetivo principal y la razón de ser del post-porno, género en el que han brillado nombres como los de Annie Sprinnkle, Beatriz Preciado / Paul B. Preciado, María Llopis o Águeda Bañón, la actual directora de comunicación del equipo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

Precisamente es Águeda Bañón una de las primeras activistas que, en su momento, colaboraron con Post-Op y ha sido su nombre el destacado por la prensa menos afín a Colau para resaltar la controversia surgida a partir de la performance que este grupo de post-porno realizó durante el pasado mes de julio en la universidad bonaerense.

En dicha performance aparecían personas que, o desnudas o con poca ropa, mantenían sexo explícito acompañado de escenas sadomasoquistas y grupales sobre el mobiliario del centro. Sin duda, la propuesta de Post-Op fue una forma llamativa de introducir el porno en la universidad y una puerta abierta a la polémica. Incluso el Ministro de Educación argentino tuvo que pronunciarse públicamente sobre el asunto después de que el rector de la Universidad de Buenos Aires declarara que la performance de Post-Op no había sido autorizada por las autoridades universitarias. Y es que, a pesar de los avances dados en la normalización del concepto que del porno se tiene, muchas personas no acaban de ver muy clara la relación entre porno y universidad.